La apariencia física en el mundo swinger

Estética e inseguridades de los swingers


¿Los liberales son más  feos o más bonitos que nosotros?


La primera vez que fuimos a un club de intercambios, Mariana y yo estábamos muertos de miedo. Obviamente la curiosidad era mucho mayor, de otro modo, no se nos hubiera ocurrido intentarlo siquiera. En el camino, comentábamos lo que podíamos hallar, y nos confesamos, un tanto tímidos, nuestros peores terrores. Ella veía claramente la posibilidad de que en el sitio sólo encontráramos viejos feos y panzones emergidos de las alcantarillas de la ciudad. En su pesadilla, hombres topo se estiraban para tocarnos con manos lamosas y llenas de saliva sin que pudiéramos hacer nada para escapar. Yo, recién egresado de una muy acomplejada adolescencia, temía llegar a un lugar sofisticado y cosmopolita. Todas las mujeres serían modelos de lencería y me mirarían con desprecio, todos los hombres serían capitanes del mismo equipo de futbol americano seleccionado a mano en la  Ivy Legue. La peor pesadilla de ambos era, en esencia la misma, simplemente éramos personajes diferentes.



De todo hay en este supermercado del señor


     El temor es común, casi todos los quieren iniciarse en el intercambio de parejas tienen dos versiones de la misma paranoia. ¿Estaremos lo suficientemente guapos como para que las otras parejas nos hagan caso? o ¿Qué pasa si todos los swingers son sátiros peludos y grotescos? Los seres humanos, sexualmente liberados o no, sentimos una eterna angustia de no encajar en un grupo. Por un lado, si paso muchas horas en el gimnasio, tendré una tendencia a darle importancia a los cuerpos atléticos y deportivos,  en cambio si me siento inseguro de mis estrías, posiblemente me sienta incómodo desnudándome frente a un grupo de seres que, en mi imaginación, podrían ser cuasi perfectos.

     La buena noticia, es que los libertinos estamos metidos (aunque sea difícil de creer) en todos los sectores  de la sociedad mexicana. Sí, incluso en los nichos más conservadores hay swingers. Hay gente de mente abierta en todos los estratos sociales, culturales y por supuesto fenotípicos. La pregunta es ésta ¿cuando vas a bares vainilla, te gusta todo lo que ves o desprecias todo lo que ves? probablemente ninguna de las dos opciones sea absoluta. En una ida normal al cine, tanto tú como tu pareja encontrarán un porcentaje de personas que les atraigan físicamente y en, esa medida, habrá también algunos a los que se sentirían cómodos de abordar.  Bueno, pues en bares sw, el porcentaje es más o menos parecido.
       Por supuesto, también hay sitios en los que te sientes más cómodo que en otros, ¿no? Son lugares en donde la gente se parece más a ti. Se ve como tú, sale con personas como tú, se viste un tanto parecido a ti y habla con modismos y tonos similares a los tuyos. La regla es igual en el territorio liberal. Habrá lugares swinger en los que la gente se parecerá más a ti y en los que te será más fácil desenvolverte. El punto es que puedes estar relajado. Somos las mismas personas que ves en el supermercado, de forma más reducida, pero en un muestreo significativo.

El estilo de vida swinger cura complejos


     Por otro lado, hay un fenómeno interesante. Las parejas casadas tienden (no digo que siempre) a perder el interés en mantenerse bien físicamente. Aparentemente, una vez que la aceptación del otro está asegurada, es normal cambiar de prioridades. Pero los de este medio seguimos ligando. Para nosotros, ser atractivos para el otro sexo sigue siendo parte importante de nuestra vida. Por eso, aunque no es que todos seamos unos dioses bajados del Olimpo griego, es normal que nos preocupemos un poco más por cuidarnos de forma en que no lo haríamos si no estuviéramos en el estilo de vida. También está el otro lado de la moneda: Ser swinger es, en general un boom para el ego ya que, de pronto, nos encontramos en un lugar donde la aceptación ocurre de manera más natural. Esto da como resultado que los complejos tiendan a minimizarse. Una mujer, que en la playa siente que su sobrepeso es observado con escarnio por todos, aprende en un club sw, que nada le evita ser deseada por otros. Eso la hace sentir atractiva. La hace aceptarse más fácilmente tal y como es, y por lo tanto proyectar un halo de seguridad que la embellece. Después de todo, la mejor manera de verse lindo, es sentirse lindo.

     Sería lógico preguntarse, entonces, si esta conformidad no resulta en abandono. Es decir, si la gente me quiere con todo y mi panza chelera, ¿para qué bajarla? Acepto que los hombres somos, quizá más descuidados que las mujeres. De todas maneras, estoy convencido de que el abandono es resultado de una batalla perdida. El mundo liberal, por el contrario, es una constante batalla ganada en el terreno de la autoestima. Es una recordatorio sobre los puntos positivos de nuestra apariencia física y eso ayuda mucho a construir una imagen positiva de uno mismo. La naturaleza de las personas hace que cuidemos más aquello nos hace sentir orgullosos.  Las relaciones no monógamas y el sexo esporádico con diferentes compañeros sirve muy bien al propósito de fortalecer la opinión que tenemos de nosotros mismos. Eso, no sólo estimula mucho nuestra confianza, también nuestra libido, ya que reduce considerablemente los complejos que suelen interponerse en el camino de la intimidad.

Los swingers construyen una doble relación con su propio cuerpo
Noritoshi Hirakawa



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